Embriones congelados

¿Qué ocurre con los embriones congelados?

La donación de embriones proviene de la generosidad de aquellas parejas que, tras someterse a una técnica de reproducción asistida y conseguir tener hijos, deciden donar sus embriones restantes para ayudar a otras parejas o mujeres.

Esta técnica está recomendada a pacientes que tengan que recurrir a la doble donación o a la adopción. Los embriones se someten a un proceso de congelación previo (su tasa de implantación está en torno a un 40%).

El futuro de los embriones congelados sobrantes de un ciclo, una vez finalizado el proyecto de reproducción, se decide en el momento de firmar el consentimiento.

Tenemos 3 posibles opciones:

Si la mujer no superaba los 35 años el día de la extracción de los óvulos, podéis optar por la donación con fines reproductivos, es decir, donarlos para permitir que otra mujer sea receptora de esos embriones fecundados. Se trata de una donación totalmente altruista y anónima.

Otro posible destino de los embriones, es la donación para investigación, pero para ello el centro ha de estar autorizado por la autoridad sanitaria competente y además la propia clínica debe tener en marcha algún proyecto de investigación en ese momento. Si la clínica no dispone de un proyecto de investigación y la paciente decide marcar esta opción deberá seguir con el mantenimiento de estos embriones hasta que la clínica disponga de dicho proyecto.

Y finalmente, podéis optar por dejar de conservarlos, es decir que se destruyan, pero para ello sería necesario el dictamen favorable de especialistas independientes y ajenos al centro correspondiente, de que la paciente no reúne los requisitos clínicamente adecuados para la práctica de la técnica de reproducción asistida. Al estar en plural la palabra “especialistas” los informes tienen que ser, al menos dos, y de dos profesionales distintos.

Sin embargo, no tienen por qué ser necesariamente emitidos por médicos ginecólogos (alguno de ellos o ambos pueden ser de otras especialidades médicas), ni siquiera de médicos, pues también por ejemplo el psicólogo clínico es un profesional sanitario especialista. Dentro de los psicólogos cabría admitir también a aquél que, sin tener la especialidad clínica, dispusiera del título oficial de psicólogo general sanitario.

En cuanto al contenido de los informes, no basta con que se diga que la paciente no tiene deseos de gestación, sino que ha de aludirse a algún factor clínico que pueda justificar la ausencia de requisitos clínicos para la técnica.

 

 

Patricia Dapena, embrióloga.